Los niveles de claustrofobia que puede alcanzar una persona de un momento a otro pueden ser inexplicables, pero muchas veces hasta un simple acorde puede hacer que esa persona vuelva a su momento de tranquilidad sin salir de su sona de confort; algo así como si se estuviera reflejando en cada una de las armonías que van emanando de una simple canción. Eso es algo que me ha tocado experimentar en múltiples ocasiones, e incluso en esta etapa he estado explorando diversas sensaciones que parecíeran subcionar mi alma para ser desechada en las vías de un metro a media noche, y tal vez la idea de VÅR para poner un espejo como portada de su debut es la forma perfecta de cerrar este circulo emocional que constantemente se va nutriendo de vinculos espirituales con la música que, a simple vista, puede que no sea tan notorio, sin embargo es la forma perfecta de proyectar la idea de que los discos no son simples colecciones de canciones ensambladas en un estudio de grabación, sino que nosotros somos el arte que engalana cada uno de sus aspectos, y nosotros somos quienes le damos nuestro propio significado. "No One Dance Quite Like My Brothers" es uno de los lanzamientos más frescos y fríos que he escuchado en la actualidad, y esto cobra todo el sentido del mundo cuando nos ponemos a darle un vistazo a cada una de las mentes que compone este insolito súper grupo: Por un lado se encuentra Elias Bender Rønnenfelt de Iceage acompañado de Loke Rahbek de Sexdrome, y ahora en su formato en vivo también se encuentran con ellos Kristian Emdal de Lower y Lukas Højland de Lust For Youth. De manera inicial, se podría pensar que VÅR es una banda portadora de un sonido fuerte que en todo momento le hará referencia a la brutalidad del hardcore que experimentaba Sexdrome, en una deliciosa combinación con el fresco post-punk que manejan los tres proyectos restantes, pero no, la realidad con VÅR es una que se aleja por completo de esas tonalidades agresivas, aunque existan momentos en donde las vocales suenan como si trataran de escupir un mensaje golpeado como en "The World Fell". Algo que hace mucho más interesante todo el concepto de VÅR, cuyo nombre inicial era War, es toda la combinación de elementos que compone su música, ya que no sólo se centran en la elaboración de un synth-pop nada convencional que se presenta en forma de "Into Distance", sino que también hay tonos grises apegados al post-punk que se ven reflejados por medio de distorsiones en la guitarra, y una estética industrial respaldada de trompetas como en "Motionless Duties". Sacred Bones es el sello que se encargó de acobijar a estos 4 daneses, los cuales se fueron a meter al estudio de Sean Ragon de Cult Of Youth en Bushwick, y por ende los ciertos toques de neofolk que uno puede escuchar en el proyecto de Ragon se hacen presentes por doquier en este debut, y eso es lo que hasta cierto punto hizo que VÅR resultara algo muy sorprendente debido a la imagen inicial que se encargaron de generar a base de un conjunto de synths que podía ser comparado con el viejo estilo al que recurría Zola Jesus en "New Amsterdam". Digamos que al final del día este proyecto es algo más que sólo programaciones electrónicas, existen percusiones militares bañadas en nostalgia en "Pictures Of Today", una oscuridad frofunda en "Hair Like Fathers", y un ambient intrigante en "Boy"; este es un disco que no sólo se centra en una misma idea, sino que va pasando por diversos escenarios que tratan de proyectar una confianza mayor para reflejarnos de la mejor manera en el arte de "No One Dance Quite Like My Brothers". Un álbum que para su corte homónimo, presenta como invitada especial a Margaret Chardiet, mejor conocida como Pharmakon, al mando de una narrativa que poco a poco se va convirtiendo en algo sujestivamente relajante, sin dejar de lado la melancolía con la que de entrada nos dieron la bienvenida en "Begin To Remember", en donde la voz de Rønnenfelt se muestra en su forma más envolvente y sentimental, al igual que en el embrujante final de la mano de "Katla". No hay bugs en VÅR, no hay bugs en su debut, sólo existe un sentimiento triunfal sostenido por un conjunto de trompetas desoladoras que nos invitan a imaginar, y a viajar a través de nuestras propias sensaciones para descubrir mundos que se ajusten a los tonos políticamente fríos que han poseído a estos 4 daneses bastante jóvenes.
¿Discos del año, uh? Una vez más, por no sé cuántos años consecutivos, aquí estoy para compartir con ustedes los 50 álbumes más hermosos de todo el 2017. No digo que sean LOS más verguis porque cada quién tiene su juicio personal y puede que hasta me recuerden a mi mamacita conforme vayan dando scroll (y la verdad no me importa), pero si son 50 de los lanzamientos más interesantes que aparecieron durante los pasados 12 meses. Obvio es imposible incluir todo lo que salió en el año debido a que sin ser uno que nos haya bombardeado de cosas que dejaran una huella taaaaaan fuerte, si hubo una cantidad abrumadora de discos que de principio a fin demostraron tener la consistencia suficiente para convertirse en un emblema de la década actual. Son tiempos difíciles donde el sentimiento que evoca de una selección de canciones resulta vital para poder sobrellevar los podridos escenarios que no nos hacen naaada sencilla la existencia, y menos con la serie de problemáticas existen...