Existe un extraño patrón encabezado por Dirty Projectors y St. Vincent, en el cual básicamente todo lo que hagan es aplaudido y aclamado sin siquiera haber sido escuchado. Pero una vez que sus creaciones ven la luz del día, todo el hype y el buzz que provocaron con anterioridad se ve masificado como un poderoso monstruo que pretende destruir todo lo que se encuentre a su paso. Pero especialmente en el caso de St. Vincent, hay quienes la tienen en un pedestal de tipo diosa que muchas veces no me creo del todo, e incluso debo reconocer que me cuesta mucho trabajo tratar de descifrar el lado bello que tienen sus canciones, con todo y que ya cuenta con cuatro álbumes de estudio, y uno que presentó hace dos años en colaboración con David Byrne. "Love This Giant" es un tipo de partitura entre el antes y el después en la vida de St. Vincent, ya que si bien desde "Marry Me" dio muestra de la hiperactiva arquitectura que acompaña sus armonías, en esta producción homónima con la que ha debutado en un sello mucho más grande, ha desnudado esa arquitectura para separarla por partes iguales en las que se pueda contemplar el lado magistral de una canción que desde el nombre está basada en la manipulación de un corazón solitario que pretende enamorar imposibles como "I Prefer Your Love". Esa canción tiene un natural encanto que se suele encontrar en cualquier canción del tipo; no importa quién la haga o a qué género pertenezca, ya que siempre se hará presente la dulzura y el pasional lapsus que crea un vinculo directamente en el pecho como lo hicieran las baladas románticas de los 60 bajo las que está cimentada esta melodía. Y aunque sus previos lanzamientos no los considero realmente malos, me da la impresión de que nunca existió un balance entre el diseño y la parte sonora de los discos, a diferencia de lo que ha ocurrido con la gama de colores y los linajes que le dan forma a esta manifestación de beats orgánicos que no son meramente impulsados por un sintetizador, sino que la batería es la que se encarga de provocar brincos segundo a segundo a lo largo de "Every Tear Disappears"; canción que sirve como un pequeño ejemplo de lo que Annie Clark le aprendió a David Byrne en el tiempo que estuvo trabajando con él, ya que está de más mencionar que desde "Rattlesnake" y "Birth Reverse" hay una notable influencia de Talking Heads. El álbum es exquisito, sencillo, perfectamente ejecutado y con la virtud de brindar momentos de gloria con la hipnosis que acompaña su pasional tono vocal en "Prince Johnny". Sin embargo, sigue existiendo un elemento perdido que hace que el resto de las canciones no terminen por amarrar como debería de ser, sin importar que cada una de ellas cuente con una singular magia que las haga únicas y especiales dentro de su propio universo. Es un poco desconcertante el no poder encontrar una evidente falla en la forma en la que se van desarrollando los discos de St. Vincent, aunque también existe la posibilidad latente de que no exista nada malo en ellos, que sean perfectos, y que lo único malo que hay en esta entrañable aventura sea el sentido personal que le da cada una de las personas que se dejen llevar por los seductores saxofones de "Digital Witness", o el chillido de su guitarra en "Regret". No hay ninguna duda de que St. Vincent es bastante buena haciendo lo suyo, pero en este álbum ha sido su impulso funky el que ha alineado todos los puntos en su constelación de forma impecable.
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